En mi editorial de la última edición del 2015, les escribía acerca de la diversificación, observada desde mi perspectiva, como un camino indispensable para la sustentabilidad futura de su negocio. Me pregunto, ¿cuántos de los emprendedores con más de una década en el gremio no soñaron, al menos una vez, en construir una empresa líder, grande y reconocida por todo el mercado? Convengamos que no era un sueño descabellado. Porque aun estando instalados en modestas oficinas o pequeños galpones con tan solo un puñado de empleados y cajas apiladas, lo que parecía ser solo una salida laboral temporal o un nuevo nicho de ventas, de pronto se transformó en un vertiginoso negocio que invitaba a soñar. Yo mismo recorrí cientos de micro empresas en Argentina, Colombia, Brasil, Venezuela, Chile, Perú o inclusive en México, donde conversé con muchos de Ustedes, propietarios y empleados orgullosos de su lugar de trabajo, de su marca, de sus productos y servicios, que me transmitieron grandes expectativas y ambiciones. Si eran distribuidores, alardeaban de las toneladas mensuales de toner o tinta que importaban y vendían. Si era remanufacturadores, con la cantidad de cartuchos que remanufacturaban mes a mes. No importaba si se le agregaba algún cero a la cuenta, sino sentirse protagonistas de peso en el mercado. Pero el tiempo pasó y la industria como un todo cambió...
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